SANTO
DOMINGO, RD.- Hacia dónde vamos como nación, es una cuestión que debemos
resolver si queremos salir del sub desarrollo y lograr más prosperidad para
nuestro pueblo. Prosperidad no solo en el orden material, que viene por
añadidura, sino además y muy importante, esa que nos permita sentirnos
orgullosos de pertenecer a esta generación de dominicanos, por ser capaz de
romper con paradigmas obsoletos de convivencia.
En
teoría, los seres humanos sabemos lo que queremos, de igual forma los países.
Es común encontrar una discusión amigable entre varios ciudadanos, donde se
define la solución a los males sociales
que aquejan a nuestro país. El escollo es ponerse de acuerdo en las acciones
necesarias para producir ese resultado y ejecutarlas.
La
historia recoge algunos acontecimientos en los que la voluntad colectiva ha
producido resultados extraordinarios. Los esfuerzos conjuntos siempre serán
fructíferos para las mayorías. ¿A qué se
debe entonces, que aún con el conocimiento de lo altamente positivo de los esfuerzos
conjuntos, se nos haya hecho tan difícil ponernos de acuerdo en asuntos
fundamentales para el desarrollo de nuestra gente?
Podríamos
decir que la visión del liderazgo político, empresarial, profesional, religioso
y reivindicativo, no ha superado los obstáculos del ego, y por consecuencia, el
hecho de que cada liderazgo quiera imponer su sello propio, no se ha contado
con el desprendimiento personal que exige la comunidad de esfuerzo, donde el
gran protagonista sea el resultado en beneficio de todos con la gloria
compartida.
Podríamos
decir también, que el compromiso mostrado por el liderazgo nacional ante los
problemas que impiden nuestro desarrollo integral, no ha sido suficiente o se
percibe con desconfianza por las fuerzas antagónicas.
Es
hora de caminar juntos. Siempre ha sido el momento justo, pero nunca como
ahora, las voluntades habían convergido tanto en una visión de conjunto. El
pueblo tiene confianza, se ha empoderado al punto de interesarse por conocer
sus derechos y defenderlos. El liderazgo político ha avanzado, dejando atrás,
con algunas lamentables excepciones, el antagonismo irracional, dando paso a la
concertación.
Es
preferible tener fuerzas antagónicas trabajando en busca de un mismo objetivo,
que impidiéndose mutuamente desarrollar las ideas y acciones que mejoren la
vida de todos.
Aprovechar
el momento histórico que se le presenta a la nación dominicana, donde el
liderazgo político, por primera vez, está sintonizado con las aspiraciones de
la mayoría de los ciudadanos, es un deber patriótico.
El
presidente Danilo Medina, ha propuesto un gran Acuerdo de Unidad Nacional que
estremece las entrañas de una sociedad decidida a no perder las esperanzas en
el porvenir. Ya algunos sectores importantes de la sociedad han escuchado al
pueblo y están arrimando sus hombros a ese llamado.
Quedarse
indiferente ante la gran oportunidad que se nos presenta, de poner a un lado
nuestras diferencias ideológicas y procedimentales, para darle paso a la acción
conjunta y enfrentar los grandes retos de avanzar hacia el desarrollo
definitivo, es darle la espalda a ese pueblo y a la historia.
Aprovechemos
pues, la voluntad política del presidente, de nuestros principales líderes,
aprovechemos la voluntad de un pueblo, en gran mayoría satisfecho con sus
autoridades, y definamos cual es el país que queremos, cual es la patria que
construiremos y cuál es el futuro que legaremos a nuestros descendientes.
Caminemos juntos. Escuchemos el llamado de la historia.
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