Ponen el nombre de poetiza y educadora dominicana a escuela de Newark

NEWARK, NJ.- “Como presidenta de Junta de Educación y siendo dominicana, no puedo estar más orgullosa en anunciar que la noche del Miércoles, los comisionados votaron unánimemente a nuestro favor para que una escuela se identifique Salome Ureña Elementary School, en honor a la brillante poetiza y educadora dominicana”, dijo sonriente Ariagna Perello.
Según explicó, aunque fue una iniciativa suya, “pudimos lograrlo junto a voluntarios, comerciantes, lideres comunitarios, estudiantes y algunos miembros de la Junta, que nos ayudaron a conseguir 2,000 firmas en 2 semanas, para su aprobación.
En próximo mes de Septiembre, los niños de Pre K a 4 asistirán a su nueva escuela llamada Salome Ureña Elementary School.

La presidenta del Newark Board Education destacó que “en torno a nosotros se unieron muchas comunidades, entre ellas afroamericanos, peruanos, mexicanos, ecuatorianos y puertorriquenos, quienes salieron a recoger firmas, porque consideraron que se trataba de un homenaje justo y merecido”.
“Esto fue solo una muestra de lo que nosotros podemos conseguir si nos unimos. Por eso es que siempre repito el concepto de ‘unión, organización y lucha’, para el desarrollo de nuestro pueblo”, argumentó Ariagna Perello, al tiempo de agradecer el respaldo a la comunidad dominicana en ese propósito.

Salome Ureña

Salome Ureña (1850-1897) fue una poetisa y educadora dominicana. Creció en el seno de una familia culta, que propició su formación literaria. A sus 20 años, se casó con Francisco Henríquez y Carvajal, médico y político que llegao a ser presidente de la nación dominicana.
Autora de una brillante obra lírica que formo parte de la denominada "trilogía de los poetas mayores", junto a José Joaquín Pérez y Gastón Fernando Deligne, dejó parte de su legado intelectual y artístico en la formación humanística que impartió a sus hijos.

En su condición de escritora, Salomé Ureña desplegó una intensa actividad poética que, enmarcada en los modelos formales y estilísticos de la centuria anterior (sencillez y claridad expresiva, moldes estróficos clásicos y equilibrio propio de la literatura neoclásica), se adentró al mismo tiempo en los tonos románticos de su tiempo y se ocupó, desde sus contenidos temáticos, de los anhelos e inquietudes del hombre antillano de la segunda mitad del siglo XIX.