A las 20.00 horas locales (1.00 GMT del viernes) sonaron las alarmas en todo el litoral, donde habitan más de 17 millones de personas, para evacuar edificios y zonas bajas frente a un hipotético terremoto de magnitud 8,5 en la escala de Richter y un posterior tsunami de doce metros de altura.
No toda la población advertida del fingido desastre secundó el simulacro, a pesar de las esforzadas campañas de concienciación, y de que aún se recuerda con angustia el terremoto de 2007 en la ciudad de Pisco, que con una magnitud de 8 dejó 595 muertos.
En Lima, con diez millones de habitantes y sus avenidas colapsadas por el caótico tráfico, centros comerciales y edificios de oficinas sacaron a la calle a compradores y trabajadores para que ocuparan las "zonas seguras", círculos pintados en áreas abiertas.
Solo los vecinos más concienciados dejaron sus casas para ir a los "puntos de reunión", establecidos en espacios amplios como parques, mientras que en el Callao, la ciudad portuaria aledaña a Lima, los más precavidos subieron a edificios altos para salvarse del simulado tsunami, capaz de inundar hasta un quinto piso.
El presidente de Perú, Pedro Pablo Kuczynski, con casco y chaleco reflectante, evacuó el Palacio de Gobierno y supervisó las acciones del resto del país en un centro de comunicación instalado en la plaza mayor de Lima, aglomerada de curiosos que hacían caso omiso a las alarmas.
"En un terremoto el Estado debe ser capaz de enfrentar difíciles circunstancias. Nos falta mucho pero también mejoramos mucho en los últimos años", dijo Kuczynski a pocos metros de la catedral de Lima, reconstruida varias veces por daños en distintos terremotos.
Entre los ciudadanos que se agolpaban para ver al mandatario estaba Álex Marticorena, quien contó a Efe que no tenía constancia del simulacro y advirtió que en el centro de Lima "los edificios son antiguos y las personas se desesperan con el mínimo temblor".
Otra transeúnte, Viviana Choque, tampoco estaba enterada del simulacro y opinó a Efe que en un terremoto real "no habrá suficientes medios para sobrellevar una catástrofe de esa magnitud".
El jefe de la Dirección Desconcentrada para Lima y Callao del Instituto Nacional de Defensa Civil (Indeci), Iván Zapata, argumentó a Efe que un terremoto como el del simulacro "producirá muchos fallecidos porque hay muchas áreas de riesgo", como los cerros que rodean Lima, con gran densidad de viviendas precarias.
En las semanas previas al simulacro, el Indeci realizó charlas en esos barrios populosos, donde pidió tener siempre lista una mochila con agua, linterna, radio a pilas y víveres para varios días, y ubicar sitios dentro de las casas donde resguardarse durante el terremoto para posteriormente acudir a los puntos de reunión.
Zapata recordó que Perú está situado en el denominado Cinturón de Fuego del Pacífico, donde se produce el 85 % de la actividad sísmica mundial.
El Instituto Geofísico del Perú (IGP) advierte que un gran terremoto puede ocurrir de un momento a otro en Lima porque hay un "silencio sísmico" de más de 40 años sin sismos mayores a 8 grados.
No es casualidad que el simulacro, el segundo del año a nivel nacional, se celebre en octubre, pues fue en este mes cuando Lima padeció los terremotos más fuertes que se recuerdan, en los años 1609, 1687, 1746, 1966 y 1974.
Fruto del evento de 1687 nacieron en ese mismo mes las multitudinarias procesiones del Señor de los Milagros, cuya imagen pintada en un muro resistió intacta el sismo, lo que se consideró un prodigio porque el resto de su ermita quedó destruida.
Durante el simulacro la Fuerza Aérea del Perú (FAP) ensayó la evacuación de heridos con helicópteros y un avión sobrevoló la hipotética zona afectada para evaluar daños.
Otras regiones de Perú realizaron acciones similares, incluido un rescate en el mar, y continuarán el viernes y sábado en la sureña Arequipa, donde instalarán albergues, movilizarán ayuda humanitaria, y realizarán búsquedas de desaparecidos. Por Fernando Gimeno, EFE
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