Por Franklin Díaz
La vida es una mezcla de colores, cuyos tonos predominantes siempre serán aquellos en los que más nos enfoquemos, aquellos a los que más tiempo le dediquemos.
Así como la teoría del color supone una serie de reglas básicas en la mezcla de colores, que determinen determinados efectos a partir de su combinación, nuestras vidas serán el resultado de matices de tipo emocional, que son finalmente, los que dan cuerpo a esa obra de arte que somos.
Paul Ekman, uno de los filósofos más importantes del siglo XX, cuya vida estuvo muy ligada al estudio de las emociones, y siendo su principal aporte demostrar que el rostro de las emociones humanas tiene un carácter universal, reflejándose de manera similar en cualquier raza y cultura. El sugiere la existencia de siete emociones básicas, a las que llamaremos, colores primarios de las emociones, y estos son: la tristeza, la ira, la sorpresa, el miedo, el asco, el desprecio y la alegría.
Esos rasgos de nuestra contextura emocional, si bien no tengo el suficiente aval para afirmar que son la base de nuestra personalidad, lo que si puede asegurarse de manera categórica, es que existe una estrecha relación entre nuestra forma de ser y cómo nos sentimos. Es decir, nos comportarnos de la forma cómo nos sentimos, y ese es el resultado de lo que pensamos. Entonces, si las emociones son los colores por excelencia para pintar nuestras vidas, los pensamientos son la musa que determinan los trazos de nuestros pinceles.
Somos máquinas generadoras de pensamientos constantes, y sus dimensiones son sorprendentes. Se dice que tenemos unos 60 mil pensamientos al día, el 80% de los cuales son negativos, lo que de alguna manera explica que sea tan reducida la cantidad de gente que tiene éxitos con relación a los que fracasan.
Por lo regular, el éxito de la gente no está vinculado con su “IQ” o coeficiente intelectual, de hecho, si hacemos una revisión en nuestro entorno, sabemos de que la gente muy exitosa, no necesariamente está en el rango de los llamados “superdotados de las aulas”. Más bien obedece a capacidades muy particulares, a veces imperceptibles, sobre todo, porque logran aparear sus pensamientos con las emociones y cuando esa combinación se da, difícilmente haya un resultado fallido.
Los pensamientos son energías que nos permiten atraer todo aquello en lo que nos enfocamos. Si nos abrumamos de noticias desagradables, estamos seguros de que no se van a reproducir emociones agradables, y si hace lo contrario, vemos cómo cambia para mejor nuestro diario vivir.
En principio, escoger nuestros pensamientos no es tarea fácil, pero posible. Para ello se requiere paciencia y no reprimirlos aunque sean negativos, hay que dejarlos fluir, hasta que poco a poco, conforme la intensidad de la imaginación, el pensamiento positivo fluya. Al principio la tarea será compleja, pero necesaria, es una lucha que debemos librar si tenemos el interés de vivir más y mejor.
Recuerda, los colores primarios de tus emociones diarias, siempre serán el resultado de cómo pienses, porque solo atraemos aquello en lo que nos enfocamos.
lunes, 2 de marzo de 2020
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Somos como nos pensamos

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