
Abinader recibe la antorcha presidencial de las manos de Danilo Medina, quien sustentó el poder por dos periodos consecutivos, dejando un panorama sombrío en el país, no solo por todo lo que se ha generado durante estos cinco tediosos meses, que al momento de escribir este artículo, han cobrado la vida de unas mil quinientas personas; además de una estela de escándalos que salpican a algunos de los más cercanos colaboradores del mandatario saliente, sin perder de vista las bataolas, generadas por el caso Odebresch, que vincula a altos dirigentes del partido de gobierno, el PLD.

A lo anterior, hay que sumarle el saldo de la deuda externa e interna del sector público no financiero, que al 30 de junio pasado, totalizaba US$38,574.8 millones, representando el 47.5% del Producto Interno Bruto (PIB).
Previo a la toma de posesión, Abinader ha dado buenas señales, suprimiendo y fusionando algunas entidades gubernamentales con una duplicidad de funciones, cuyos montos ahorrados por este concepto implica unos RD$1,820 millones. Anunció que con ese dinero, al mes de diciembre, se incorporarían 2 millones de dominicanos al Seguro Familiar de Salud (SFM).
La pelota, aunque caliente, está en manos de Luis Abinader, quien está llamado con su equipo, a sustentar la confianza que el pueblo dominicano les ha confiado. Apostamos a ellos y les deseamos la mejor de la suerte.
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