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Por Franklin Díaz |
La corrupción es un mal endémico en nuestro país, donde cada quien trata de buscar sus propias alternativas para alzarse con lo que no es suyo, o adueñarse del bien ajeno o el bien colectivo, en una sociedad como la nuestra, donde hay impunidad a todos los niveles.
Como muestra, hay muchos botones: El vendedor ambulante que se suple en el mercado, trata de buscar el remate de los productos de menor calidad para venderlos al precio más alto; El bodeguero hace lo propio y pone los precios a su antojo; el chofer de carro público acorta rutas a su capricho; el que vende frutas utiliza un recipiente, donde, arriba te coloca las buenas, pero debajo te colocan las podridas; el empleador que vulnera los derechos de los trabajadores; los empresarios que aportan recursos para las campañas electorales a cambio de garantías para la evasión o para hacer negocios espurios con el Estado; los que cobran un sueldo público sin rendir un servicio; los funcionarios estatales, que por ser miembros del partido de gobierno o aliados, por familiaridad o cualquier otra condición, se alzan con el santo y la limosna.
Todas estas y otras tantas, son expresiones de corrupción que se han enraizado en la sociedad dominicana ante la mirada tosca de la justicia, cuyas funciones se ven restringidas, precisamente porque hay muchos estamentos judiciales, donde los dictámenes se comercializan y se le rinde culto a la impunidad.
Aplaudimos con entusiasmo las buenas señales del actual gobierno dominicano, encabezado por Luis Abinader, donde, a partir de una decisión administrativa se ha decidido dejar en libertad al Ministerio Público para que emprenda acciones para encauzar a aquellos que hayan sustraído recursos públicos, lo que ha dado al traste con un proceso investigativo que desde ya arroja sus frutos: más de diez detenidos, con medidas de coerción en sus costillas, producto de la denominada operación “anti-pulpo”, que según las autoridades, implica miles de millones de pesos sustraídos del erario público, cuyos principales encartados son hermanos del ex presidente de la República Danilo Medina.
Sin duda alguna, es una muy buena señal que todos debemos aplaudir, pero al mismo tiempo, esperamos que el abanico anti-corrupción se amplíe, de modo que, todo aquel que tenga cuentas pendientes o que no tenga sus cuentas claras, sea de la gestión de Medina y más allá, sean enjuiciados, desenredados sus entramados de corrupción, enviados a prisión y por supuesto, que devuelvan lo que nos han robado, porque a decir verdad: Ya nos jartamos.
*Franklin Díaz es coach y conferencista motivacional dominicano.
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