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| Por Franklin Diaz |
A partir de los estragos causados por el coronavirus (Covid-19), toda la humanidad ha cifrado sus esperanzas en la comunidad científica para que pueda proporcionarnos una vacuna, con el objeto de detener la propagación del terrible virus, pero hemos tenido que esperar casi un año para que algunas de las grandes farmacéuticas (AstraZeneca, BioNTech, Pfizer) presenten sus propuestas. Sin embargo, los tracistas de las famosas teorías conspirativas, no se han hecho esperar y propagan supuestas verdades que desnudan el ultra millonario negocio farmacéutico.
Crear estas vacunas ha sido producto de la inversión de numerosos gobiernos, que conforme Airfinity, sobrepasa los US$8,600 millones; “filántropos” como Bill Gates, a través de su fundación Gate, Jack Ma, Dolly Parton, entre otras entidades sin fines de lucro, han proporcionado cerca de US$2 mil millones. Asimismo, las empresas farmacéuticas han invertido más de US$3,400 millones, para que hoy pueda decirse que contamos con un producto terminado, cuyos precios por dosis son muy variados. En el caso de Astrazeneca, el precio es de US$18,34, BioNTech US$19 y AstraZeneca US$4.
Los pronósticos económicos manejados por el consenso de mercado, recogido por Bloomberg, apuntan a que, entre las nueve farmacéuticas, con productos más avanzados, durante los años 2020, 2021 y 2022, obtendrían ganancias superiores a los 48,000 millones de dólares.
El hecho de que este negocio de las vacunas sea tan próspero, necesariamente debe generar conjeturas, de ahí que tantas personas alrededor del mundo enfilen sus cañones hacia las empresas productoras, incluso, muchas de las discusiones y afán por denostar determinadas propuestas, son generadas por la competencia que motoriza el lucrativo mercado. Esto, por supuesto, pone la gente a pensar, y surgen dudas sobre si ponerse o no la vacuna, y es que a todas luces, la manera como se viene manejando este tema, pone en evidencia que aquí lo que menos importa es la salud de la gente, ya que cada uno de los actores que intervienen en esta amplia cadena comercial, lo que les importa es el negocio.
Muchos cuestionan hasta su efectividad, más aun cuando el congresista por Nueva York, Adriano Espaillat, hace público su pronostico en la ultima prueba del Covid-19 que se hizo esta semana, quien acaba de dar positivo al virus, a pesar de que previamente se le aplicaron dos dosis de la vacuna, lo cual incrementa la incertidumbre entre los ciudadanos.
La realidad es que, luego de pedirle tanto a Dios para que aparezca una vacuna, y ya que se comienzan a suministrar en distintos países, los efectos de las teorías conspirativas comienzan a hacer estragos en la población y la renuencia a vacunarse se expande como pólvora, y lo que se creía que era la luz al final del tenebroso túnel, ahora parece una humareda que sólo crea desconfianza, una prueba más de que los dueños de los grandes capitales mundial, no tienen reparos en crear las condiciones para seguir aumentando su economía.
*Franklin Díaz es coach y conferencista motivacional dominicano
Crear estas vacunas ha sido producto de la inversión de numerosos gobiernos, que conforme Airfinity, sobrepasa los US$8,600 millones; “filántropos” como Bill Gates, a través de su fundación Gate, Jack Ma, Dolly Parton, entre otras entidades sin fines de lucro, han proporcionado cerca de US$2 mil millones. Asimismo, las empresas farmacéuticas han invertido más de US$3,400 millones, para que hoy pueda decirse que contamos con un producto terminado, cuyos precios por dosis son muy variados. En el caso de Astrazeneca, el precio es de US$18,34, BioNTech US$19 y AstraZeneca US$4.
Los pronósticos económicos manejados por el consenso de mercado, recogido por Bloomberg, apuntan a que, entre las nueve farmacéuticas, con productos más avanzados, durante los años 2020, 2021 y 2022, obtendrían ganancias superiores a los 48,000 millones de dólares.
El hecho de que este negocio de las vacunas sea tan próspero, necesariamente debe generar conjeturas, de ahí que tantas personas alrededor del mundo enfilen sus cañones hacia las empresas productoras, incluso, muchas de las discusiones y afán por denostar determinadas propuestas, son generadas por la competencia que motoriza el lucrativo mercado. Esto, por supuesto, pone la gente a pensar, y surgen dudas sobre si ponerse o no la vacuna, y es que a todas luces, la manera como se viene manejando este tema, pone en evidencia que aquí lo que menos importa es la salud de la gente, ya que cada uno de los actores que intervienen en esta amplia cadena comercial, lo que les importa es el negocio.
Muchos cuestionan hasta su efectividad, más aun cuando el congresista por Nueva York, Adriano Espaillat, hace público su pronostico en la ultima prueba del Covid-19 que se hizo esta semana, quien acaba de dar positivo al virus, a pesar de que previamente se le aplicaron dos dosis de la vacuna, lo cual incrementa la incertidumbre entre los ciudadanos.
La realidad es que, luego de pedirle tanto a Dios para que aparezca una vacuna, y ya que se comienzan a suministrar en distintos países, los efectos de las teorías conspirativas comienzan a hacer estragos en la población y la renuencia a vacunarse se expande como pólvora, y lo que se creía que era la luz al final del tenebroso túnel, ahora parece una humareda que sólo crea desconfianza, una prueba más de que los dueños de los grandes capitales mundial, no tienen reparos en crear las condiciones para seguir aumentando su economía.
*Franklin Díaz es coach y conferencista motivacional dominicano
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