cpuederd@gmail.com
Aunque en algunos aspectos este artículo pareciera coincidir en todas sus partes con dos que he publicado anteriormente, lo cierto es que aunque guardan estrecha relación, este, sin embargo se diferencia, de manera puntual, en que trata de explicar el porqué de la resistencia de mucha gente al cambio.
El cambio, concebido como la transición de un estado emocional a otro, es un aspecto vital en la dinámica de la vida, pero el hecho de que muchos mantengan una aparente inexplicable resistencia, ha motivado a que muchos expertos en comportamiento humano dedican tiempos valiosos en estudiar las razones por las que ocurre.
Desde mi óptica, hay una razón básica, y tiene que ver con el sistema de creencias que sustenta la vida de las personas, es decir, creernos a ciegas que "palo que nace doblado, jamás su tronco endereza", o "loro viejo no aprende a hablar", son dos fuertes y muy comunes creencias, grandes zurcos neuronales que pueden hacer una plantación de resistencia al cambio.
Hemos repetido una y otra vez, que nuestro cerebro aborrece todo lo que implique moverse de un estado a otro y esto obedece a su marcado deseo de mantenerse siempre haciendo lo mismo. Es el órgano madre de nuestra existencia, lo más grandioso que puede existir en este mundo físico; le apasiona gobernarse a sí mismo y para ello, utiliza sus artimañas provocativas que le evite salir de su zona de confort, y precisamente ahí es donde pudiera estar la clave del cambio.
A veces queremos realizar tal o cual tarea, pero nos encontramos con una disputa entre el quiero, el debo y el pero..., y precisamente ahí es donde decide si lo gobiernas, o tu cerebro decide por ti...
Imponer voluntades racionales por encima de las pretensiones de nuestro cerebro, nos hace libres para escoger y trillar nuevos caminos. Así se proyecta y se inicia el cambio.
*Franklin Díaz es coach y conferencista motivacional dominicano.
Aunque en algunos aspectos este artículo pareciera coincidir en todas sus partes con dos que he publicado anteriormente, lo cierto es que aunque guardan estrecha relación, este, sin embargo se diferencia, de manera puntual, en que trata de explicar el porqué de la resistencia de mucha gente al cambio.
El cambio, concebido como la transición de un estado emocional a otro, es un aspecto vital en la dinámica de la vida, pero el hecho de que muchos mantengan una aparente inexplicable resistencia, ha motivado a que muchos expertos en comportamiento humano dedican tiempos valiosos en estudiar las razones por las que ocurre.
Desde mi óptica, hay una razón básica, y tiene que ver con el sistema de creencias que sustenta la vida de las personas, es decir, creernos a ciegas que "palo que nace doblado, jamás su tronco endereza", o "loro viejo no aprende a hablar", son dos fuertes y muy comunes creencias, grandes zurcos neuronales que pueden hacer una plantación de resistencia al cambio.
Hemos repetido una y otra vez, que nuestro cerebro aborrece todo lo que implique moverse de un estado a otro y esto obedece a su marcado deseo de mantenerse siempre haciendo lo mismo. Es el órgano madre de nuestra existencia, lo más grandioso que puede existir en este mundo físico; le apasiona gobernarse a sí mismo y para ello, utiliza sus artimañas provocativas que le evite salir de su zona de confort, y precisamente ahí es donde pudiera estar la clave del cambio.
A veces queremos realizar tal o cual tarea, pero nos encontramos con una disputa entre el quiero, el debo y el pero..., y precisamente ahí es donde decide si lo gobiernas, o tu cerebro decide por ti...
Imponer voluntades racionales por encima de las pretensiones de nuestro cerebro, nos hace libres para escoger y trillar nuevos caminos. Así se proyecta y se inicia el cambio.
*Franklin Díaz es coach y conferencista motivacional dominicano.
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