Por Franklin Díaz
cpuederd@gmail.com
De los 78 órganos que componen el cuerpo humano, sin duda alguna que el corazón es el que más ha servido como fuente de inspiración para poetas, escritores y artistas, y es que, a ese importante tejido muscular, desde tiempos inmemoriales se le ha relacionado con la emoción más importante: El amor. Es el que palpita cuando estamos en presencia de la persona amada o se quiebra por el desamor y es el que late de manera rápida cuando pasamos un susto o vivimos una situación inesperada.
cpuederd@gmail.com
De los 78 órganos que componen el cuerpo humano, sin duda alguna que el corazón es el que más ha servido como fuente de inspiración para poetas, escritores y artistas, y es que, a ese importante tejido muscular, desde tiempos inmemoriales se le ha relacionado con la emoción más importante: El amor. Es el que palpita cuando estamos en presencia de la persona amada o se quiebra por el desamor y es el que late de manera rápida cuando pasamos un susto o vivimos una situación inesperada.
El corazón es una máquina poderosa que late de manera ininterrumpida entre 60 y 100 veces por minutos, aproximadamente 100 mil latidos al día, unos 2 mil galones de sangre, actividad que tiene efecto desde nuestra vida embriológica hasta el último instante de nuestra existencia, y para ello se vale de un sistema relativamente sencillo, que de manera sincronizada posibilita la importantísima misión de hacer que la sangre circule por todo el cuerpo.
Conforme los últimos cálculos, una persona joven, con un peso de 154 libras y una estatura de 5.6 pies, tiene aproximadamente 30 billones de células, y cada una de estas recibe sangre en cada latido, llevando oxígeno, nutrientes y hormonas a cada una de ellas de manera equitativa, de acuerdo a las necesidades requeridas por cada unidad del sistema celular. Además, durante ese proceso circulatorio, la sangre retorna al corazón a través de las venas con un alto contenido de dióxido de carbono, la cual es bombeada a los pulmones y al entrar a unas diminutas estructuras llamadas alveolos, ese dióxido de carbono es exhalado al exterior.
El corazón, único órgano del cuerpo humano que se puede propulsar solo, del tamaño de un puño, con alrededor de mil millones de pulsos durante la vida de una persona, tiene la suficiente capacidad como para desaguar una piscina en una semana. Sus arterias y venas forman una red de aproximadamente 100 mil kilómetros en el organismo, equivalente a dos veces el tamaño de la tierra.
Las enfermedades relacionadas con el corazón son la primera causa de muerte en todo el mundo. 17 millones de personas mueren cada año, en términos aproximado, equivalente al 32% del total de fallecimientos, cuyas afecciones tienen múltiples variantes, sin embargo, diversos estudios demuestran que el estrés y la desesperanza pueden causar serios daños a la salud cardiaca.
Un claro ejemplo es la miocardiopatía de Takotsubo (Síndrome de corazón roto), en el que, al morir una pareja, las perturbaciones por asuntos financieros o una sorpresa inesperada que implique un fuerte efecto emocional, el corazón tiende a debilitarse temporalmente, con unos síntomas muy parecidos a un infarto de miocardio. Esa severa carga emocional provoca una contracción en el corazón, transformándolo de modo tal, que llega a parecerse a una vasija japonesa llamada takotsubo: una base ancha y un cuello estrecho.
Todos sabemos que la dieta saludable y la ejercitación son importantes para el cuidado del corazón, pero además, la salud emocional desempeña un rol vital, de modo que las emociones intensas, tanto positivas como negativas debilitan este importante órgano, de manera que un buen manejo de nuestras emociones contribuye enormemente a cuidar a ese “caballito de fuerza”, en cuyas árganas lleva el preciado líquido rojizo vital, el cual reparte por todo el cuerpo para garantizarnos la vida.
*Franklin Díaz es coach y conferencista motivacional dominicano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario