cpuederd@gmail.com
La piel es el órgano más grande del cuerpo humano, el más importante del sistema in-tegumentario y tiene una gran importancia, puesto que ejerce la función de aislar y proteger al organismo interno de las agresiones provenientes del mundo exterior.
No solo tiene una función de cobertura, sino que además, supervisa el organismo para determinar qué puede ser dañino o beneficioso. Con todas sus terminaciones nerviosas, la piel es el órgano de mayor conexión con la mente, de ahí que, lo que ocurre en la piel puede afectar al cerebro.
El peso de la piel está entre los 3 y 4 gramos y su grosor depende de la edad, y supone entre un 5 y10% de nuestro cuerpo. Desde el punto de vista químico, su composición es “70% agua y contiene minerales, tales como sodio, potasio, calcio, magnesio y cloro; carbohidratos como la glucosa; lípidos como colesterol y proteínas como el colágeno y la queratina”.
La piel posee su propio ciclo de renovación, mismo que se lleva a cabo cada 28 días, que es el período de tiempo que tardan las células de la piel en llegar a la superficie cutánea. Este proceso ocurre, sobre todo en pieles jóvenes, ya que en pieles maduras este proceso es más lento, de ahí que el cúmulo de células muertas es mayor, por ende, más células perecen.
Se estima que cada minuto la piel pierde aproximadamente 30 mil células, es decir, que en un día se pierden alrededor de 43 millones 200 mil. Estos datos suponen que a lo largo de un año perdamos cerca de 750 gramos de piel. La lentitud de este proceso dependerá de los niveles de exposición a los rayos ultravioleta, la falta de sueño saludable y la nutrición. Como dato curioso, conviene decir que cerca del 50% de la mugre y el polvo con el que se tiene contacto diariamente en la casa, es fundamentalmente piel muerta de quienes habitan en el hogar.
A la piel se le considera el reflejo de las emociones, y esto es así, porque nuestros sentimientos y emociones pueden beneficiarle o causarle severos daños, tanto en su apariencia como en su bienestar. Los estados de ánimo que más pueden afectar el bienestar de la piel, son el estrés, depresión, ansiedad, tristeza, miedo, inseguridad, irritabilidad, dolor, etc., pero además, en los estados de ánimo considerados positivos, son muy beneficiosos para la salud de la piel.
Con el sentimiento de la felicidad, se liberan tres de las principales hormonas: la dopamina, serotonina y la endorfina, las que causan reacciones favorables para la piel y todo el organismo, como estado de bienestar, buen humor, retracción del envejecimiento, regulación de los ciclos del sueño y la reducción de las posibilidades de padecer enfermedades cardíacas, entre otras.
Es importante recordar que los efectos del estrés pueden causar daños considerables en la piel, como las arrugas y líneas de expresión, la piel opaca el acné y caída del cabello, por lo que mantener la calma en su estado de ánimo debe ser predominante.
En el caso de la depresión, conviene destacar que en la comunidad científica existe un consenso en cuanto a que el estrés en la etapa crónica implica un factor de riesgo muy importante para el desarrollo de los trastornos depresivos, los que pueden generar problemas en la piel, incluidos los cambios severos en apariencia y bienestar.
Para evitar los efectos de la depresión, expertos recomiendan evitar dejarse llevar de este sentimiento, ya que puede causar tensión física y emocional, las que afectarían seriamente las diversas funciones del organismo, incluida la piel.
*Franklin Díaz es coach y conferencista motivacional dominicano.
La piel es el órgano más grande del cuerpo humano, el más importante del sistema in-tegumentario y tiene una gran importancia, puesto que ejerce la función de aislar y proteger al organismo interno de las agresiones provenientes del mundo exterior.
No solo tiene una función de cobertura, sino que además, supervisa el organismo para determinar qué puede ser dañino o beneficioso. Con todas sus terminaciones nerviosas, la piel es el órgano de mayor conexión con la mente, de ahí que, lo que ocurre en la piel puede afectar al cerebro.
El peso de la piel está entre los 3 y 4 gramos y su grosor depende de la edad, y supone entre un 5 y10% de nuestro cuerpo. Desde el punto de vista químico, su composición es “70% agua y contiene minerales, tales como sodio, potasio, calcio, magnesio y cloro; carbohidratos como la glucosa; lípidos como colesterol y proteínas como el colágeno y la queratina”.
La piel posee su propio ciclo de renovación, mismo que se lleva a cabo cada 28 días, que es el período de tiempo que tardan las células de la piel en llegar a la superficie cutánea. Este proceso ocurre, sobre todo en pieles jóvenes, ya que en pieles maduras este proceso es más lento, de ahí que el cúmulo de células muertas es mayor, por ende, más células perecen.
Se estima que cada minuto la piel pierde aproximadamente 30 mil células, es decir, que en un día se pierden alrededor de 43 millones 200 mil. Estos datos suponen que a lo largo de un año perdamos cerca de 750 gramos de piel. La lentitud de este proceso dependerá de los niveles de exposición a los rayos ultravioleta, la falta de sueño saludable y la nutrición. Como dato curioso, conviene decir que cerca del 50% de la mugre y el polvo con el que se tiene contacto diariamente en la casa, es fundamentalmente piel muerta de quienes habitan en el hogar.
A la piel se le considera el reflejo de las emociones, y esto es así, porque nuestros sentimientos y emociones pueden beneficiarle o causarle severos daños, tanto en su apariencia como en su bienestar. Los estados de ánimo que más pueden afectar el bienestar de la piel, son el estrés, depresión, ansiedad, tristeza, miedo, inseguridad, irritabilidad, dolor, etc., pero además, en los estados de ánimo considerados positivos, son muy beneficiosos para la salud de la piel.
Con el sentimiento de la felicidad, se liberan tres de las principales hormonas: la dopamina, serotonina y la endorfina, las que causan reacciones favorables para la piel y todo el organismo, como estado de bienestar, buen humor, retracción del envejecimiento, regulación de los ciclos del sueño y la reducción de las posibilidades de padecer enfermedades cardíacas, entre otras.
Es importante recordar que los efectos del estrés pueden causar daños considerables en la piel, como las arrugas y líneas de expresión, la piel opaca el acné y caída del cabello, por lo que mantener la calma en su estado de ánimo debe ser predominante.
En el caso de la depresión, conviene destacar que en la comunidad científica existe un consenso en cuanto a que el estrés en la etapa crónica implica un factor de riesgo muy importante para el desarrollo de los trastornos depresivos, los que pueden generar problemas en la piel, incluidos los cambios severos en apariencia y bienestar.
Para evitar los efectos de la depresión, expertos recomiendan evitar dejarse llevar de este sentimiento, ya que puede causar tensión física y emocional, las que afectarían seriamente las diversas funciones del organismo, incluida la piel.
*Franklin Díaz es coach y conferencista motivacional dominicano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario