PARA LOS BUENOS HIJOS

Por Franklin Diaz
cpuederd@gmail.com
En la mayoría de los países latinoamericanos, mayo es el mes de celebración del Día de las Madres; algunos festejan el segundo domingo de ese mes, mientras que, en la República Dominicana, esta festividad es el último domingo.

Como ha de suponerse, madre es la palabra clave, previo, durante y posterior a la fecha señalada, cuya cantidad de visitas, por ejemplo, en la web más popular del mundo y el motor de búsqueda más utilizado, Google, se multiplica de manera asombrosa.
Muchos hijos prefieren acudir a la red para buscar las frases que más se les acomode, pero en adición a eso, los que tienen mayores posibilidades económicas, recurren a regalos estrafalarios, otros recurren a obsequios menos cuantiosos, como un arreglo floral, una serenata, entre otros detalles, con la sola intención de agradar a sus progenitoras en su día.

Esto, por supuesto que no está mal, todo el que quiera y pueda regalar un trozo de cielo el día de las Madres, que lo haga, sin embargo, de lo que se trata este artículo no es valorar esos detalles “per se”, ni tampoco felicitar a las mamás en su día, más bien, lo que se pretende es hacerles un reconocimiento a todos los buenos hijos de este mundo. Por supuesto, no tengo la capacidad ni la información necesaria para poder determinar quién es buen o mal hijo, esa es una tarea propia de cada quien, por lo que aquí vale aquello de que, “a quien le sirva el sombrero, que se lo ponga”.

Quiero extenderle el más cálido de los abrazos para los hijos a tiempo completo, esos que sin importar que tan distante estén de sus madres, siempre están ahí, pendientes de cada detalle, prestos para extenderle sus manos en cualquier momento o circunstancia.

Todo mi respeto para los hijos que no se avergüenzan de sus Madres, esos que sin importar la condición social o económica de sus “viejitas”, jamás se avergüenzan, todo lo contrario, la exhiben como sus joyas vivientes y se comportan como tal.

Mi reconocimiento para aquellos hijos que, sin importar su edad, siempre se sienten crías consentidas y jamás desprecian sus sabios consejos y bajo ninguna circunstancia se atreven a herirle cuando por alguna razón los puntos de vistas no hacen causa común; esos que mejor prefieren inclinar la cabeza y mantener el silencio, antes que faltarle el respeto.

Para aquellos hijos extraordinarios, héroes silenciosos, que más allá de la presencia física de sus Madres, siempre las llevan consigo y hacen todos los esfuerzos posibles por mantener viva sus memorias, convencidos de que los buenos hijos son los únicos que pueden lograr que una Madre nunca muera, porque, a decir verdad, la muerte puede ser relativa, porque únicamente mueren aquellos que no tienen a alguien que siempre les recuerde.

El mejor regalo para una gran Madre, definitivamente, es un gran hijo los 7 días de la semana, los 365 días de cada año.

*Franklin Díaz es coach y conferencista motivacional dominicano.