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sábado, 26 de junio de 2021

RIESGOS DE LA DEPENDENCIA EMOCIONAL

Por Franklin Díaz

cpuederd@gmail.com
La necesidad excesiva y permanente de afectos que requerimos de otra persona, es un comportamiento muy recurrente en las más diversas vinculaciones afectivas, como en las relaciones de pareja, padres e hijos, hermanos, amigos, compañeros de trabajo, etc., es un tipo de conducta que los expertos conductuales asocian con la baja autoestima y que, de cierto modo, trata de encubrir carencias en términos afectivos. Por lo pronto, nos concentraremos en la primera. (Relaciones sentimentales)
A la luz de los especialistas, este tipo de conducta tiene múltiples consecuencias negativas desde el punto de vista emocional, pero por lo regular, quienes se ven involucrados en estas situaciones, pocas veces reconocen que están inmersos en una problemática y la ven como algo normal, que, de no tratarse a tiempo, pudiera generar situaciones que pueden rayar en lo más lamentable que pueda ocurrirle a un ser humano.

Lo síntomas de ansiedad y depresión, los pensamientos obsesivos, el desequilibrio entre las parejas, el distanciamiento de las relaciones de tipo social, sobre todo con familiares y amigos, son parte de los aspectos más negativos que pueden desprenderse de estos comportamientos.

La dependencia emocional, lejos de verse como una expresión de amor, más bien, es una relación poco sana, a tal suerte, que puede resultar tan peligrosa como una droga convencional. Por lo tanto, conviene estar en alerta máxima cuando nos vemos envueltos en ese tipo de situaciones, que no es tan difícil de identificar, y que es importante prestar atención a determinados factores, que son indicios de que hay vínculos de mucha dependencia.

Cuando nos apoyamos en la idea del amor romántico, la cual se fundamenta en la expresión metafórica de la “media naranja”, literalmente, eso somos, la mitad de un producto, sin el cual, solo somos eso, una mitad. En este caso, nos vemos precisados a hacer todo lo humanamente posible por complacer a la otra mitad y por evitar dejar de ser una fruta cítrica entera, somos capaces de pelearnos con quien sea.

Aquí se manifiestan dos tipos de celos: el que se expresa de manera constante desde diversas perspectivas, y el que se lleva por dentro, poco manifiesto, para evitar hacer sentir mal a la otra persona. En ambos casos, el olor a peligro es muy fuerte y el sabor amargo puede convertirse en una bomba de tiempo.

En las relaciones donde hay dependencias sentimentales, poco se hace sin el consentimiento de la otra persona, aunque es importante aclarar, que a veces una de las mitades suele manipular la otra, y sólo esa mitad tiene derechos a decidir, y si no se hacen las cosas conforme sus criterios, sencillamente suena el detonante.

Una relación de pareja pertenece a dos personas, y están en el derecho de llevarla como mejor les resulte, pero si existe la posibilidad de llevar un vínculo sano, con menos consecuencias negativas, creo, humildemente, que no vale la pena arriesgar tanto de nosotros mismos y alejarnos de la gente que nos quiere, por el hecho de vivir sumergidos en el fango de un egoísmo compartido, bajo la tutela de la sinrazón, perdidos entre dos, con mucha pena y poca gloria.
*Franklin Díaz es coach y conferencista motivacional dominicano.

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