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He dicho muchas veces, que, hasta prueba en contrario, vivir es la más extraordinaria de las aventuras, y es que estar vivo representa uno de los acontecimientos más complejos y extraordinarios, cuyas características naturales, todos conocemos de alguna manera. Sin embargo, la agitada vida que llevamos y la pérdida de tiempo en cosas irrelevantes, nos impide apreciarla en toda su extensión y evita disfrutarla a plenitud.
Existen poco más de 7,500 millones de puntos de vistas distintos sobre este grandioso acto, y de esa cantidad de observaciones disímiles, sabemos cuántos existen, pero jamás cuantos están vivos realmente, porque contrario a la primera, estar vivo es la acción humana más importante de un ser. Es la expresión por excelencia de quienes saben apreciar los pequeños detalles en las grandes cosas, como observar una gota de agua al caer la lluvia, los que contemplan el vaivén de las olas en el ancho mar, aquellos que van por una palabra al interior de un diccionario, los que fijan su mirada en un rayo de luz del imponente sol, o quienes contemplan el color y aroma de un pétalo de rosa en medio del jardín.
Hasta este minuto, todos tenemos una fecha de caducidad y en algún momento tendremos que dejarlo todo, no importa cuanta fortuna o fama hayamos acumulado, cuando el dueño del negocio requiere de nosotros, no hay excusas que valgan, tampoco hay tiempo para preparar maletas, simplemente nos vamos y punto.
Muchos insisten en desaprovechar su tiempo, desperdiciando tiros en medio de una batalla, concentrados en el ruido de los pasos sin considerar el valor de las huellas, preocupados por los sueños, pero distantes de su realidad, perdidos en medio de la multitud, construyendo un puente para pasarlo sin pena ni gloria.
Vivir es un concierto a cielo abierto y a tiempo completo, donde todos tenemos la posibilidad de disfrutar, escoger un instrumento para también armonizar y ser parte activa del espectáculo, o simplemente cruzar los brazos y ser espectadores, sin ni siquiera animamos a ofrecer un aplauso.
Vivir es un acto efímero, pero muy fácil de aprovechar. Ama, perdona, protege, construye, agradece, valora, siembra, educa, deja huellas, construye un legado, para que seas un referente, un ser humano digno de respeto y admiración, con quien siempre valga la pena compartir un abrazo.
*Franklin Díaz es coach y conferencista motivacional dominicano.
He dicho muchas veces, que, hasta prueba en contrario, vivir es la más extraordinaria de las aventuras, y es que estar vivo representa uno de los acontecimientos más complejos y extraordinarios, cuyas características naturales, todos conocemos de alguna manera. Sin embargo, la agitada vida que llevamos y la pérdida de tiempo en cosas irrelevantes, nos impide apreciarla en toda su extensión y evita disfrutarla a plenitud.
Existen poco más de 7,500 millones de puntos de vistas distintos sobre este grandioso acto, y de esa cantidad de observaciones disímiles, sabemos cuántos existen, pero jamás cuantos están vivos realmente, porque contrario a la primera, estar vivo es la acción humana más importante de un ser. Es la expresión por excelencia de quienes saben apreciar los pequeños detalles en las grandes cosas, como observar una gota de agua al caer la lluvia, los que contemplan el vaivén de las olas en el ancho mar, aquellos que van por una palabra al interior de un diccionario, los que fijan su mirada en un rayo de luz del imponente sol, o quienes contemplan el color y aroma de un pétalo de rosa en medio del jardín.
Hasta este minuto, todos tenemos una fecha de caducidad y en algún momento tendremos que dejarlo todo, no importa cuanta fortuna o fama hayamos acumulado, cuando el dueño del negocio requiere de nosotros, no hay excusas que valgan, tampoco hay tiempo para preparar maletas, simplemente nos vamos y punto.
Muchos insisten en desaprovechar su tiempo, desperdiciando tiros en medio de una batalla, concentrados en el ruido de los pasos sin considerar el valor de las huellas, preocupados por los sueños, pero distantes de su realidad, perdidos en medio de la multitud, construyendo un puente para pasarlo sin pena ni gloria.
Vivir es un concierto a cielo abierto y a tiempo completo, donde todos tenemos la posibilidad de disfrutar, escoger un instrumento para también armonizar y ser parte activa del espectáculo, o simplemente cruzar los brazos y ser espectadores, sin ni siquiera animamos a ofrecer un aplauso.
Vivir es un acto efímero, pero muy fácil de aprovechar. Ama, perdona, protege, construye, agradece, valora, siembra, educa, deja huellas, construye un legado, para que seas un referente, un ser humano digno de respeto y admiración, con quien siempre valga la pena compartir un abrazo.
*Franklin Díaz es coach y conferencista motivacional dominicano.
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