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Es conocida por todos, aquella frase que reza: Quien tiene un amigo, tiene un tesoro. Aunque no hace falta definir la amistad en términos conceptuales, creo sin embargo, poner de relieve una frase de Aristóteles, que desde mi punto de vista, expone el verdadero sentido de ese sentimiento que llamamos amistad: “es un alma que habita en dos cuerpos, un corazón que habita en dos almas”.
A partir del imperio de la era de la tecnología, sobre todo, con la proliferación de las redes sociales, el concepto amistad, de cierto modo se ha degradado, puesto que, el hecho de que aceptes una solicitud de amistad, sin importar que conozcas o no alguien, de inmediato le llega un mensaje al solicitante: han aceptado tu solicitud de amistad. Esto puede ser simple desde el punto de vista de la mecánica virtual, sin embargo el hecho de que dos personas que jamás se hayan visto sean considerado amigos, va creando una red neuronal, donde se acepta como buena y valida esta realidad.
Si partimos del hecho de que los nativos digitales son más que los que emigramos a la era digital, es conveniente advertir que probablemente esa generación, hija natural de la tecnología, pudiera estar perdiendo el sentido de la amistad en toda su extensión.
Si partimos del hecho de que en el mundo hay aproximadamente 360 millones de nativos digitales, que representa el 5.2% de la población mundial, que parecería poco frente a la astronómica cifra de habitantes en el mundo, que hasta este preciso momento que escribo, ronda los 7 mil millones 808 personas. (Worldometers.info)
Los nativos digitales o generación “Z”, nacidos entre los años 1995 y 2015, queramos aceptarlo o no, son el motor que mueve las estructuras de este mundo, entiéndase la económica, la política, la social y la inmensa mayoría de los renglones de importancia. Son ellos quienes mejor entienden los códigos de la mecánica transformacional de la humanidad, sin embargo, hay un elemento preocupante para los fines de este artículo, y es la falta de conciencia de esa generación sobre los valores humanos y sobre todo, la poca importancia que le dan a ese vínculo afectivo directo, personal, cuerpo a cuerpo; esa sensación de reír a carcajadas, muchas veces por tonterías, llorar y secarnos las lágrimas, vigilar los palpitares de nuestros corazones, etc.
Para los nativos digitales, ganar amigos significa tener muchos seguidores en sus redes, para nosotros, los que nacimos fuera del rango de la era digital, ganar amigos significa dar lo mejor de nosotros a alguien que decidimos escoger como amigos entre la multitud.
Para los nativos, un me gusta es un símbolo de amistad, para los que nacimos antes del año 1995, un abrazo y un toque de hombros, son simbologías propias de dos personas que asumiendo sus defectos y virtudes, decidieron compartir una vida, en las buenas y en las malas.
Para un nativo digital, compartir un juego virtual con un grupo de personas es una muestra de amistad, pero para los que emigramos, juntarnos y jugar a la verdad, a la crítica sana, a la idea de que un empujón, una sonrisa, una lágrima, nos recuerda que somos humanos, donde las emociones compartidas en vivo pesan más que todos los “me gusta” de una red de amigos de un nativo digital.
Pretender cambiar esta realidad, es una tarea prácticamente imposible, porque en este caso, la mayoría no tiene poder de decisión, por aquello de que tecnología es sinónimo de poder, sin embargo, si alguna acción podemos hacer, es participar activamente en este proceso, orientar a nuestros muchachos sobre el valor de la amistad auténtica, cuyos principios se sustentan en la pureza de espíritu, cuyos poderes mágicos son capaces de cambiar la dirección de los vientos.
*Franklin Díaz es coach y conferencista motivacional dominicano.
Es conocida por todos, aquella frase que reza: Quien tiene un amigo, tiene un tesoro. Aunque no hace falta definir la amistad en términos conceptuales, creo sin embargo, poner de relieve una frase de Aristóteles, que desde mi punto de vista, expone el verdadero sentido de ese sentimiento que llamamos amistad: “es un alma que habita en dos cuerpos, un corazón que habita en dos almas”.
A partir del imperio de la era de la tecnología, sobre todo, con la proliferación de las redes sociales, el concepto amistad, de cierto modo se ha degradado, puesto que, el hecho de que aceptes una solicitud de amistad, sin importar que conozcas o no alguien, de inmediato le llega un mensaje al solicitante: han aceptado tu solicitud de amistad. Esto puede ser simple desde el punto de vista de la mecánica virtual, sin embargo el hecho de que dos personas que jamás se hayan visto sean considerado amigos, va creando una red neuronal, donde se acepta como buena y valida esta realidad.
Si partimos del hecho de que los nativos digitales son más que los que emigramos a la era digital, es conveniente advertir que probablemente esa generación, hija natural de la tecnología, pudiera estar perdiendo el sentido de la amistad en toda su extensión.
Si partimos del hecho de que en el mundo hay aproximadamente 360 millones de nativos digitales, que representa el 5.2% de la población mundial, que parecería poco frente a la astronómica cifra de habitantes en el mundo, que hasta este preciso momento que escribo, ronda los 7 mil millones 808 personas. (Worldometers.info)
Los nativos digitales o generación “Z”, nacidos entre los años 1995 y 2015, queramos aceptarlo o no, son el motor que mueve las estructuras de este mundo, entiéndase la económica, la política, la social y la inmensa mayoría de los renglones de importancia. Son ellos quienes mejor entienden los códigos de la mecánica transformacional de la humanidad, sin embargo, hay un elemento preocupante para los fines de este artículo, y es la falta de conciencia de esa generación sobre los valores humanos y sobre todo, la poca importancia que le dan a ese vínculo afectivo directo, personal, cuerpo a cuerpo; esa sensación de reír a carcajadas, muchas veces por tonterías, llorar y secarnos las lágrimas, vigilar los palpitares de nuestros corazones, etc.
Para los nativos digitales, ganar amigos significa tener muchos seguidores en sus redes, para nosotros, los que nacimos fuera del rango de la era digital, ganar amigos significa dar lo mejor de nosotros a alguien que decidimos escoger como amigos entre la multitud.
Para los nativos, un me gusta es un símbolo de amistad, para los que nacimos antes del año 1995, un abrazo y un toque de hombros, son simbologías propias de dos personas que asumiendo sus defectos y virtudes, decidieron compartir una vida, en las buenas y en las malas.
Para un nativo digital, compartir un juego virtual con un grupo de personas es una muestra de amistad, pero para los que emigramos, juntarnos y jugar a la verdad, a la crítica sana, a la idea de que un empujón, una sonrisa, una lágrima, nos recuerda que somos humanos, donde las emociones compartidas en vivo pesan más que todos los “me gusta” de una red de amigos de un nativo digital.
Pretender cambiar esta realidad, es una tarea prácticamente imposible, porque en este caso, la mayoría no tiene poder de decisión, por aquello de que tecnología es sinónimo de poder, sin embargo, si alguna acción podemos hacer, es participar activamente en este proceso, orientar a nuestros muchachos sobre el valor de la amistad auténtica, cuyos principios se sustentan en la pureza de espíritu, cuyos poderes mágicos son capaces de cambiar la dirección de los vientos.
*Franklin Díaz es coach y conferencista motivacional dominicano.

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