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El miedo es un compañero inseparable que nos escolta durante todo el trayecto de nuestras vidas. Por más valientes que creamos ser, siempre habrá situaciones que van a alterar nuestras emociones a partir de una sensación de angustia que se produce porque nuestro cerebro detecta la presencia de un peligro, mismo que puede ser real o imaginario. Esto supone que es totalmente normal que sintamos miedo, pero como todo en la vida, tiene sus límites, por lo que debemos estar atentos a saber cuándo necesitamos ayuda profesional.
Hay personas que tienen unos niveles de alarmas extremos, es decir, por cualquier cosa, suelen entrar en pánico, y por supuesto, cuando se vive este trastorno hay poco espacio para la búsqueda de soluciones, pero lo cierto es que nadie quiere vivir ese tipo de situaciones, que además de incómodas, pueden desencadenar en severos problemas de salud. De ahí la importancia de estar atentos y ser lo suficiente maduros para entender que hay una dificultad que no podemos controlar y que debemos abrirnos, acudir ante una autoridad profesional que nos oriente.
Estar vivos implica ser expuestos a riesgos constantes, de diversas índoles. Desde tan pequeños, como un tropezón, a más grandes, como una situación de salud considerable, por eso debemos poner especial atención en las cosas simples que nos ocurren a diario; porque si no tenemos la capacidad de afrontar con éxito aquellas pequeñas cosas, tampoco lo lograremos al enfrentar situaciones de mayor envergadura.
El trastorno de pánico es un ataque repentino de miedo y terror que nos hace perder el control, el cual asociamos con una idea catastrófica inminente. Aunque no se conoce con exactitud las causas que originan esta perturbación, algunos estudios apuntan a que el componente genético juega un papel importante en el desencadenamiento de este trastorno, que es provocado por una excesiva liberación de catecolaminas, que es una hormona que se vierte al torrente sanguíneo, cuyos componentes de adrenalina, noradrenalina y la dopamina, pueden hacernos vivir situaciones bastante difíciles.
Los ataques de pánico consisten en la aparición de un episodio diferenciado de miedo o angustia que suele evolucionar en poco menos de 10 minutos y en el que de forma brusca pueden aparecer síntomas que actúan de forma simultánea, como las palpitaciones, sacudidas del corazón o aumento de la frecuencia cardiaca, sensación de atragantamiento o malestar en el pecho, entre otras.
Si has sufrido ataques de pánico, lo correcto es que acuda a un profesional de la conducta, especialmente un psicoterapeuta, que puede ayudar a controlar los síntomas durante esa situación; porque en definitiva, la peor decisión que podemos tomar es no hacerle caso a esa problemática, que si bien no nos conduce a la muerte, puede generarnos situaciones bastante incomodas que ponen en riesgo nuestro equilibrio emocional.
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