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sábado, 6 de enero de 2024

DÍA DE REYES: Evolución de la magia, nostalgia del pasado

Por Franklin Diaz

cpuederd@gmail.com
En el tejido de los recuerdos, el Día de Reyes siempre ocupó un lugar especial. Remontarse a tiempos pasados evoca una época de ilusión desbordante, donde la llegada de los Reyes Magos era sinónimo de magia, tradiciones arraigadas y corazones rebosantes de emoción.
En aquellos días, la preparación para recibir a Melchor, Gaspar y Baltasar era una odisea llena de encanto. Los niños escribían con esmero cartas llenas de sueños e ilusiones, depositándolas en sus zapatos o enviándolas con la esperanza de que llegaran a manos de los reyes. La espera era un torbellino de emociones, una cuenta regresiva marcada por la confección de coronas de cartón y el aroma a rosca de reyes que llenaba los hogares.

La noche del 5 de enero era mágica; los niños se acostaban con los ojos brillantes y el corazón palpitante, esperando la sorpresa que los Reyes Magos les tenían reservada. La emoción de despertar y encontrar los regalos, quizás colocados en los zapatos o junto a la ventana, era un instante de pura felicidad, de sonrisas radiantes y abrazos efusivos.
No soy de los que idealizan el pasado como siempre superior al presente, pero hay momentos que evocan una magia especial en su antigua autenticidad. El Día de Reyes, desde mi perspectiva, representa esa nostalgia por una época pasada donde la inocencia, la ilusión y la autenticidad se entrelazaban en una celebración única y encantadora.
Sin embargo, el paso del tiempo ha traído consigo una transformación. En el presente, la magia del Día de Reyes parece disiparse entre pantallas luminosas y la vorágine de la vida moderna. La tecnología ha tejido nuevos escenarios, desplazando lentamente las costumbres arraigadas en el corazón de esta celebración.

Hoy en día, la comunicación con los Reyes Magos se ha trasladado al mundo digital: cartas enviadas por correo electrónico o listas de deseos en plataformas en línea. La espera se ha vuelto más efímera, más predecible. La compra de regalos se ha convertido en un trámite, donde la conexión emotiva parece diluirse en la facilidad de los clics y las entregas rápidas.
La nostalgia por aquella magia que envolvía cada rincón en tiempos pasados es palpable. La esencia del Día de Reyes, con sus valores de ilusión, generosidad y conexión familiar, parece desvanecerse en el afán de lo práctico y lo inmediato.
Pero, a pesar de los cambios, persiste la esperanza. La esencia de esta festividad, con su capacidad de unir familias, compartir alegrías y sembrar ilusiones, sigue latente. Quizás sea momento de rescatar lo mejor del pasado, de reconciliar la tecnología con la tradición, y recordar que más allá de los regalos materiales, lo verdaderamente valioso es el amor, la emoción y los vínculos que el Día de Reyes siempre ha simbolizado.

El Día de Reyes, con su encanto y magia, nos recuerda que las tradiciones pueden evolucionar, pero su belleza reside en el corazón de quienes las mantienen vivas, creando momentos memorables y dejando una estela de emociones que perduran en el tiempo.
*Franklin Díaz es coach y conferencista motivacional dominicano.

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