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En el pasado cuando se hablaba de nuestros educadores nos referíamos a ellos con respecto y admiración. De hecho, desobedecer o faltarle el respecto a un maestro/a era considerado un acto inaceptable.
Si un alumno desobedecía las instrucciones del educador, éste estaba sujeto a ser expulsado del aula escolar por su mal comportamiento. Actualmente vemos todo lo contrario. Los alumnos agreden, insultan y amenazan a los maestros como una práctica normal en el habito escolar.
El efecto negativo ya se empieza a sentir con la disminución por esta vocación tan vital para nuestra sociedad, no hay interés por ejercer la carrera y va disminuyendo cada vez más, lo que es bastante preocupante.
Porque si nuestros niños y jóvenes no tienen un personal docente que les imparta docencias académicas, cómo van a prender sobre ciencia, matemáticas, astronomía, lectura, escritura, etc.
El maestro no solo da tareas, asignaturas o exámenes. Esta humilde vocación conlleva compromiso, lealtad, dedicación y responsabilidad con sus alumnos. El deber de los educadores no termina cuando se acaban el horario escolar, también tienen que seguir trabajando aun cuando llegan a sus hogares, planificando clases o corrigiendo tareas y exámenes de los alumnos.
Durante esta semana de apreciación del maestro/a, tratemos de rescatar esa tradición que se ha ido perdiendo de honrar a nuestros educadores como merecen. Tomemos un momento para agradecerles por la encomiable labor que desarrollan en favor de las presentes generaciones. ¡¡¡Que vivan nuestros educadores y maestros!!!
*La autora es periodista y escritora, publicó el libro "Lo hice".
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