@martinezkarolinag
Crecí en un barrio donde muchos creen que los sueños se apagan antes de nacer, donde las carencias son visibles y las oportunidades parecen escasas, pero desde pequeña entendí que el lugar no hace a la persona; cada quien construye su propio camino.
El nacer en el barrio Las Cañitas, en Santo Domingo, RD, muchos piensan que este barrio humilde es sinónimo de fracaso, que las calles llenas de niños corriendo descalzos o los jóvenes sentados en las esquinas sin rumbo determinan nuestro futuro.
Sin embargo, lo que he aprendido es que en estos mismos barrios se forjan las historias más inspiradoras. Aquí, la solidaridad es más fuerte, el esfuerzo se multiplica y las ganas de salir adelante se convierten en la única opción.
He visto a jóvenes que, a pesar de las dificultades, han encontrado en el deporte, en los estudios o en el arte una vía para demostrar que sí se puede. También he visto a otros perderse en el camino, atrapados por la falta de guía y oportunidades. Es en esa encrucijada donde cada uno decide qué hacer con su destino: conformarse con lo que el entorno dicta o desafiarlo y superarse.
Los mejores ejemplos de lucha y perseverancia los he visto aquí, entre las casas humildes construida de Zinc y tabla en esas casas viven familias que se levantan cada día con la esperanza de un mejor futuro, los valores de esfuerzo, respeto y resiliencia no siempre nacen en sectores de dinero, sino en los barrios donde la vida enseña con dureza, pero también con amor.
No se trata de ser igual a alguien que no tuvo oportunidad de educarse, de integrarse en grupos sociales o de explorar nuevas pasiones, se trata de elegir qué camino seguir, de aprovechar los ejemplos positivos que existen a nuestro alrededor y de entender que nuestra historia no está escrita por el lugar donde nacimos, sino por las decisiones que tomamos.
*La autora es psicóloga, con áster en Comunicación Estratégica y Relaciones Públicas.
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