
El pasado proceso electoral en República Dominicana fue muy interesante, si se toma en cuenta los candidatos que terciaron, teníamos de todo como en botica. Desde prostitutas, homosexuales, ex convictos y narcotraficantes.
Muchos corrieron con “suerte” y fueron elegidos, esto quiere decir que tendremos un congreso muy sui generis y particular, donde a la hora de conocer un proyecto algunos solo levantarán la mano, porque no sabrán ni un carajo de qué se trata.
La sociedad dominicana ha invertido sus valores, o simplemente se confirma lo que es un secreto a voces, la política es el paso a la riqueza.
Todo el que quiere obtener dinero rápido y con poco esfuerzo se convierte en político y si antes de llegar a la “carrera” era un narcotraficante, su entrada es mucho más fácil.
En otros países, antes de que alguien aspire a llegar al congreso, primero debe tener una impecable hoja de servicios y hasta se toma en serio su formación académica. En República Dominicana, no se necesita ningún mérito ni preparación.
Estamos plagados de podredumbre, donde las personas que están llamadas a defender los intereses del pueblo no tienen ni interés ni voluntad para defender al país, solo buscan llegar a determinada posición para resolver sus propios problemas y utilizarlos para seguir “operando”.
“Que el Señor nos agarre confesaos”, como dicen nuestros abuelos, aunque hay que reconocer, que no todo está perdido y en medio de esa pocilga y podredumbre se levantan voces capaces, o por lo menos con voluntad de convertirse en verdaderos centinelas de la democracia y la defensa del pueblo.
Porque si bien se eligieron candidatos de reputación dudosa, también se eligieron personas intachables que están dispuestas a velar por el bienestar del pueblo, y así ser los “guachimanes” de los mejores intereses del país.
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