
Las dificultades o problemas, como muchos suelen llamarle (evito utilizar este último concepto), son parte del paquete que conforman nuestras vidas, pero como dije en un artículo anterior, sucumbir o no ante una determinada realidad, dependerá de la actitud con que lo asumamos, y es que ante las eventualidades, reaccionamos conforme nuestras emociones, consideradas las respuestas energéticas del organismo, las que actúan con mayor rapidez que nuestros pensamientos.
Mientras estemos vivos, pasaremos por momentos de crisis y nos veremos precisados a tomar decisiones, algunas simples, otras complejas o dispondremos de segundos para tomarlas. Esos instantes pueden ser cruciales para perder o ganar una batalla, pero como el objetivo es salir airoso en la “guerra” de la vida, se requiere de tacto para evitar convertirnos en presas de los enemigos silenciosos que nos asedian; por eso es de capital importancia evitar perder la calma, porque cuando se pierde, no hay formas de tomar decisiones inteligentes.
Cuando sientes que todo va mal, cuando entiendes que todas tus rutas apuntan a direcciones imprecisas, la calma suele desaparecer lentamente, y para esos momentos, algunos expertos aconsejan, considerar las respuestas del cuerpo, cuyas reacciones suelen ser distintas en cada persona. Se suele reaccionar con tensión muscular, aceleración respiratoria y por lógica, un aumento de la frecuencia cardíaca, etc.
Ante cualquier evento, una respiración profunda es determinante para evitar perder los “estribos”, puesto que actuar bajo presión altera el ritmo respiratorio y la respuesta del cuerpo es prepararse para huir o atacar. En esos momentos dificultosos, es necesario apelar a nuestra mente, no evitando pensar en el “problema”, porque será imposible. Mientras más lo evites, más presente lo tendrás, pero lo que sí se puedes hacer, es concentrarte en una cosa distinta, sobre todo en aquellos pensamientos que te generen diversión.
Todo conflicto debe asumirse con una actitud de cambio, de mejora de vida, una forma de evitar que vuelva a ocurrir, y si ocurre, tener las herramientas apropiadas para afrontarlo. No le corras a ningún problema, tratar de escapar de él es imposible, porque siempre irá contigo, además de que hacerlo, te hace perder energías y sin energías no hay formas de solucionarlo. Evita perder la calma y siempre tendrás tiempo para apreciar las soluciones y tomar acción.
No se trata de intentar vivir sin problemas, sino de disfrutar la vida a pesar de ellos, enfrentándolos, solucionando los que podamos, y los que no, someterlos, demostrando que nosotros tenemos el control y siempre seremos superiores a cualquier problemática.
No hay comentarios:
Publicar un comentario