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sábado, 9 de enero de 2021

LA INTELIGENCIA EMOCIONAL DE TRUMP

Por Franklin Diaz
Cuando se poseen muy bajos niveles de inteligencia emocional, a veces no hace falta revisar los distintos instrumentos que proporcionan los profesionales más acabados en la materia, como es el caso de Goleman, Salovey, Woolery y Mayer, entre otros; tan solo basta con darle seguimiento y hacer una ligera revisión a la forma como se comporta una persona en determinados momentos y circunstancias.Donald Trump, desde mucho antes de aspirar a la presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica, dio muestras muy evidentes de comportamientos erráticos, un empresario ególatra, con un trato despectivo hacia personas de color, con un lastre de múltiples escándalos e irrespeto hacia las mujeres; pero además, con una forma o estilo de ser de aquellas personas que no se toman la molestia de pensar antes de hablar.
En medio de esos comportamientos, el empresario decide aspirar a la presidencia de la República, pero muy poca gente lo tomó en serio, sin embargo, por encima de todos los pronósticos, no solo fue candidato del Partido Republicano, sino, que en el 2016, logró ganarle a Hilary Clinton, sin embargo, su conducta seguía siendo la misma, ahora con mayores implicaciones, porque ya era Presidente de una de las naciones más poderosas del mundo.
El “establishment” ha sido sordo y mudo frente a las actuaciones descompuestas e irrespetuosas de Donald Trump, quien ha asumido una actitud deplorable frente al triunfo de Joe Biden, pretendiendo desconocer que perdió el voto popular, por eso ha emprendido acciones para ilegitimar el pasado proceso electoral, llegando al colmo de propiciar que una turba de seguidores suyos irrumpieran en el Capitolio, un asalto al congreso que cobró la vida de cinco personas y que necesariamente, debe darse un ejemplo de justicia, para que actos como estos, instigados por un mandatario, vuelvan a ocurrir.

Si necesidad de enumerar los múltiples excesos comportamentales de Trum, a las luces de su historial, para nadie es un secreto, que el balance de buenos modales del gobernantes es muy negativo, puesto que carece de empatía para conectar con los demás, no tiene límites en sus acciones y expresiones, por eso le es muy difícil poder manejarse correctamente frente a los conflictos. Asimismo, tiene un vocabulario emocional exacerbado, que incita al conflicto, pero además, es una persona rencorosa, que no sabe distinguir la disparidad de criterios políticos con los personales, por eso va de conflicto en conflicto y de rencor en rencor. Entre sus súbditos no consiente puntos de vistas distintos a los suyos. Cualquier situación, por más simple que pueda parecer, le causa enojo y tiende a culpar a otros de sus errores y se pretende llevar todos los honores cuando las cosas salen bien.

Dicho esto, no me cabe la menor duda de que el Presidente de los Estados Unidos adolece de la inteligencia emocional necesaria, y muy a pesar de de todos sus exabruptos, hay que agradecerle a Dios que la era de los conflictos armados han quedado atrás, porque de lo contrario, todo el planeta hubiese sido un campo de batalla al servicio de los intereses de un gobernante, que desde mi humilde óptica, puede ser considerado un error histórico que jamás debiera repetirse y para ello, la justicia norteamericana debiera dar un ejemplo, tomando como punto de partida, la insurrección del Capitolio, una afrenta a la institucionalidad.
*Franklin Díaz es coach y conferencista motivacional dominicano.


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