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Hay personas que se hacen expertas en complicarle la vida a los demás. Gente inmadura emocionalmente que, marcada por la inseguridad y el egoísmo, constituyen una especie de cable de energía negativa de alta tensión, cuyas descargas de frustración pretenden compartir con los demás.
Narcisistas por excelencia, con un excesivo aire de perfección, intolerantes e incapaces de asimilar que alguien le lleve la contraria. Son especies con sentimientos corrosivos, con la suficiente capacidad para hacerle pasar malos ratos a cualquiera.
No le interesan las buenas relaciones, su afán es buscar víctimas, a las que humilla y manipula a su antojo hasta convertirlas en guiñapo, a su imagen y semejanza. Son personas intensas, que no dan tiempo ni para respirar. Gente agresivas y soberbias, con identidad confusa, que cree tener derecho para descalificar por el solo hecho de tener una opinión o actitud contraria a la suya.
Estas son algunas de las características que identifican a la persona tóxica, de las cuales, mientras más lejos estés de ellas, mucho mejor. Por supuesto, ellos saben escoger a sus víctimas, por lo que también es vital saber identificarlos a tiempo y deshacerse de ellos de la manera más diplomática posible.
Cuanta más atención le preste a una persona tóxica, más ataca, por eso es conveniente que marque tu territorio, de modo que esté advertido de cuáles son tus límites.
No suena bonito, pero en un mundo de tantas complicaciones, es bueno mantener a rayas aquellas personas que no generan la confianza necesaria y que solo suplen energías negativas, capaces de amargarnos la existencia.
*Franklin Díaz es coach y conferencista motivacional dominicano.
Hay personas que se hacen expertas en complicarle la vida a los demás. Gente inmadura emocionalmente que, marcada por la inseguridad y el egoísmo, constituyen una especie de cable de energía negativa de alta tensión, cuyas descargas de frustración pretenden compartir con los demás.
Narcisistas por excelencia, con un excesivo aire de perfección, intolerantes e incapaces de asimilar que alguien le lleve la contraria. Son especies con sentimientos corrosivos, con la suficiente capacidad para hacerle pasar malos ratos a cualquiera.
No le interesan las buenas relaciones, su afán es buscar víctimas, a las que humilla y manipula a su antojo hasta convertirlas en guiñapo, a su imagen y semejanza. Son personas intensas, que no dan tiempo ni para respirar. Gente agresivas y soberbias, con identidad confusa, que cree tener derecho para descalificar por el solo hecho de tener una opinión o actitud contraria a la suya.
Estas son algunas de las características que identifican a la persona tóxica, de las cuales, mientras más lejos estés de ellas, mucho mejor. Por supuesto, ellos saben escoger a sus víctimas, por lo que también es vital saber identificarlos a tiempo y deshacerse de ellos de la manera más diplomática posible.
Cuanta más atención le preste a una persona tóxica, más ataca, por eso es conveniente que marque tu territorio, de modo que esté advertido de cuáles son tus límites.
No suena bonito, pero en un mundo de tantas complicaciones, es bueno mantener a rayas aquellas personas que no generan la confianza necesaria y que solo suplen energías negativas, capaces de amargarnos la existencia.
*Franklin Díaz es coach y conferencista motivacional dominicano.
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